Ni el más prestigioso de
los modistos soñaría con diseñarle un abrigo con tanto glamour, ni con
un color tan primaveral. El gusano, seguro de sí mismo, recorre el
camino lentamente.

-Juraría
que esta montaña no estaba aquí esta mañana- Piensa y se dice a sí mismo
por un instante, al encontrar una piedra en su camino. No se asusta, ni se achica. Escala el obstáculo y
desde lontananza otea el horizonte y decide proseguir su camino.
¡Adelante, siempre adelante mis valientes!
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