domingo, 21 de abril de 2013

LEYENDAS AMERICANAS

Aquí les dejo la segunda narración de este ciclo de relatos.
Esta vez, dedicado a Uruguay.

EL CHAJÁ

En la costa del río Uruguay vivía una tribu de indios. Por mucho tiempo la vida de esta gente transcurrió apacible y feliz, hasta que una tarde llegó la noticia de que unos hombres blancos, con armas que despedían fuego, se acercaban por el río.
Temerosos de perder sus tierras, se reunieron frente a los hechiceros de la tribu y deliberaron un largo rato. Cuando estuvieron todos de acuerdo, designaron a Yaguaty, un joven indio para que vigilara la costa. En caso de ver a los extranjeros debía avisar gritando "¡Cha-ha! ¡Cha-ha!, que en su lengua significaba ¡vamos!, ¡vamos!
A la tarde siguiente cuando el sol se ocultó dentro del monte, Yaguaty ya estaba en su escondite vigilando la costa. Tenía como única compañía el sol del día y la luna de noche, el canto de los pájaros y el rumor del río.
Pasaron unos días y nada perturbó la tranquilidad del lugar. Hasta que una mañana el sol dio la voz de alerta y desparramó una luz rojiza sobre el monte, la playa, el agua... y sobre una extraña nave que se acercaba.
Yaguaty miró varias veces para poder ver lo que veía y conteniendo los latidos de su corazón, se quedó muy quieto en su escondite; quería averiguar cuántos desembarcaban.
Los extranjeros no eran muchos pero estaban acercándose más y más. Yaguaty ya no esperó, salió de su escondite y corrió hacia el monte, de pronto un ruido lo ensordecedor y cayó al suelo.
El disparo del invasor había dado en el blanco y el indio tendido sobre la tierra o podía moverse, aturdido por el dolor y el estruendo.
¡Cha-ha! ¡Cha-ha!, murmuraron sus labios y Yaguaty obligó a su cuerpo a levantarse y andar.
Caminó, caminó, mientras sus fuerzas lo abandonaban poco a poco. Cuando por último, cayó agotado por el esfuerzo, sus labios seguían repitiendo "¡cha-ha!, ¡cha-ha!", hasta perderse en el silencio. Fue entonces que de su corazón se levantó un pájaro que salió gritando en dirección a la tribu, "¡Cha-ha!, ¡cha-ha!".
Los indios escucharon ese grito y pensando que Yaguaty daba la voz de alerta, se prepararon para defender sus tierras.
La lucha fue sangrienta y el invasor tuvo que retirarse del lugar.
Cuando todo acabó, los indios buscaron a Yaguaty. Sólo encontraron su cuerpo inerte debajo de u árbol y en la rama más alta un pájaro que continuaba gritando "¡Cha-ha!, ¡cha-ha!".
                                                                          
                                                                         Ave zancuda de Sudamérica
 


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