viernes, 21 de junio de 2013

El amor de una madre, el amor de un padre.

Cuando nos planteamos ser madres, desde el minuto uno, aparece en nosotras el instinto maternal.
Cuidamos a ese ser desde que nos quedamos embarazadas, lo vamos queriendo poco a poco, mientras crece y madura en nuestro vientre.
El padre no sabrá lo que es sentirse como tal hasta que no lo ve. Aprende a amarlo desde otro sitio. Tenerlo en sus brazos, para él es el milagro.
Ese amor surge, como cualquier amor, pero es diferente a todos. A los hijos se los ama por sobre todas las cosas. ¿Quién no sería capaz de entregar su vida por los hijos?
No nacemos aprendiendo a ser padres, lo vamos haciendo con nuestro primer hijo. Y con el segundo y los que vengan detrás, también aprenderemos. Tendremos la experiencia, pero con cada hijo es diferente.
Así como las hembras tienen ese instinto maternal de proteger a sus cachorros, a los seres humanos nos pasa igual. Si los animales lo tienen, ¿ Cómo no lo tendremos nosotras, que tenemos la capacidad de sentir y razonar?
Lamentablemente esta situación de cuidado y protección no siempre ocurre. Nos encontramos con noticias donde madres/padres abandonan a sus hijos o les quitan la vida....
Los humanos somos capaces de odiar, de ser rencorosos , vengativos y en ocasiones hay circunstancias que llevan a una persona que no está en su sano juicio, a realizar atrocidades.
El amor es un sentimiento que está latente, aunque a veces sintamos que hay situaciones que nos superan o hacen perder nuestra paciencia, el amor sigue estando y debemos preservarlo y actuar en función a él, buscando el equilibrio.y brindando lo mejor.
Esos hijos a los que criamos, enseñamos, ayudamos, nos darán momentos de tensión, pero muchas alegrías si sabemos estar ahí, a su lado.
El amor a los hijos es para toda la vida, siempre nos ocuparemos y preocuparemso por ellos, tengan la edad que tengan.
Uno ama sin condiciones, se entrega y todo lo que uno da, vuelve.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario