Al crecer solos con dos adultos
siempre pendientes de ellos tendrían una alta posibilidad de volverse egoístas
y autocentrados. También se pensaba que serían niños que no sabrían compartir
ni socializar con los demás.
Hoy en día los estudios
muestran un panorama más alentador para el hijo único. Miremos los resultados.
El hijo único en realidad no es
más autocentrado que ningún otro, ni menos competente en el manejo de los
conflictos. Resulta que esa rivalidad entre hermanos no es necesaria para
ayudarlos a resolver problemas. El tener compañeros de clase y –en general–
amigos cumple la misma función.
Otro estudio muestra que no
necesariamente los hijos únicos están más solos. Este dice que la soledad no
siempre es mala y muchas veces ayuda a fortalecer el carácter. Un
psicoterapeuta, participante en esta investigación, explica cómo los hijos
únicos tienden a tener relaciones primarias fuertes con ellos mismos, y que
nada sirve más para combatir la soledad que esta comunicación consigo mismo.
Otro estudio hecho en la
Universidad de Ohio, que abarcó más de 13.000 niños, encontró que los hijos
únicos tienen igual número de amigos que los niños que tienen hermanos. En
general, las diferencias entre hijos únicos y aquellos criados con hermanos
tienden a ser positivas.
Los hijos únicos han demostrado
tener una inteligencia más alta, al igual que una mejor ejecución escolar.
También, parece ser, tienen una muy buena autoestima. Todo esto sería causa de
que los padres, al tener un solo hijo, lo estimulan más intelectualmente, pasan
más tiempo con él y, por lo común, el hijo único vive en un ambiente muy
enriquecido por los adultos.
Por otro lado, criar un hijo
único sin excederse en tiempo y atención con él no es tan fácil para los
padres. Sin querer, al tener un solo hijo, estos papás suelen ser muy exigentes
con ellos, los presionan constantemente y esto puede volver al niño ansioso y
con gran temor de fracasar.
También hay estudios que
revelan que para los hijos únicos es más difícil compartir sus cosas, llámense
juguetes o ropa, porque tienen el control total sobre los objetos y, al ir a
otras casas donde les toca compartir, suelen sufrir más que los niños que
tienen hermanos.
Al hijo único que cumple con
las expectativas de los padres generalmente le va bien. Pero a aquel que por
algún motivo los defraude, le va a caer todo el peso de la decepción y
desaprobación de ellos. Esto puede resultar devastador para el niño.
El hijo único no sufre con la
pérdida de atención que sí tiene el niño al cual le nace un hermano. Sigue
siendo siempre el rey o la reina de la casa. Esto, a veces, lo vuelve muy
cómodo y piensa que se merece siempre todo, ya que los padres, al tener un solo
hijo, suelen ser más generosos y permisivos.
Preocupa, entonces, que no haya
buena tolerancia a la frustración que sí experimentan los hijos de familias
extendidas. Estos tienen que adaptarse a la llegada de cada hermano, lo cual
les ayuda a desarrollar cierta flexibilidad afectiva y también a aprender a
compartir “afectos y cosas”.
Un niño con hermanos tiene que
buscar su puesto en la familia. Esta búsqueda influye en que estos niños
desarrollen un espíritu luchador en la vida.
Hoy, una de cada cinco familias
estadounidenses tienen solamente un hijo, al igual que en Japón y China.
Sería bueno añadir que ya en la
adultez el hijo único sí lamenta mucho no tener hermanos, pues, al crecer y
envejecer, cada día se hace más necesaria la compañía de personas que hayan
compartido el mismo hogar.
Compartir la crianza hace que
un hermano sea la mejor compañía para uno en el transcurso de la vida. La
relación con hermanos es la más larga que existe y da mucha estabilidad y
seguridad.
Los psicólogos hemos visto en
la práctica que los niños con hermanos manejan mejor las situaciones de la
vida. Pasar por un divorcio o una pérdida importante en la familia se hace más
fácil y llevadero con la compañía de un hermano que siente lo mismo que uno.
En general, sería bueno pensar
en tener más de un hijo, pero, como vemos, no es grave ser hijo único, sobre
todo aquellos padres y madres intensos deben pensar en tener más de un hijo, ya
que pueden caer muy fácil en la sobreprotección o el hipercontrol.
INMA
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