lunes, 8 de febrero de 2016

Leyendas Americanas

Los siete cabritos
(Perú)

En los comienzos del mundo, el Sol y la Luna vivían en la tierra. Y ocurrió que en el momento en que se conocieron se enamoraron profundamente , entonces vivieron felices el uno para el otro.

Cuando el Espíritu Creador se enteró de ese amor y que habían olvidado pedir su consentimiento, se enojó de tal manera que obligó al Sol a subir al cielo y dejó a la Luna sola en la tierra.

A pesar de estar tan lejos, el Sol no abandonó ni un solo día a su mujer y siempre alumbraba su camino solitario.

Pasado un tiempo,la Luna tuvo siete hijos. Cada uno de ellos era de un tamaño, la mitad del anterior y así fue que el menor de todos resultó ser siete veces más pequeño que el mayor.

Desde el cielo, el Sol iluminaba el nacimiento de sus hijos con los rayos más cálidos.

Cuando vio que su hijo menor era tan chiquito, le regaló dones mágicos para protegerlo en su vida por la tierra.

Los niños crecieron sanos y robustos junto a su madre y cuando fueron lo bastante grandes, el Espíritu Creador que seguía enojado obligó también a la Luna a subir al cielo pero justo en el momento en que el Sol se ocultaba en el horizonte.

Mucho lloraron los niños por el alejamiento de su madre; desde entonces jamás se separaron y juntos empezaron a recorrer la tierra a lo largo y a lo ancho. Mientras tanto desde el cielo su padre los vigilaba de día y su madre de noche.

Pronto el chiquitín, a quien sus hermanos cuidaban con cariño, empezó a mostrar los dones que su padre le había regalado al nacer y se convirtió en el protector de sus hermanos mayores. 

Así fue como vivieron muchas aventuras hasta que un día, cansados de tanto andar solos por la tierra, pensaron en subir al cielo para poder ver de cerca a sus padres.

Pero...¿Cómo llegar tan arriba? Una y otra vez se hicieron la misma pregunta sin que nada se les ocurriera, hasta que el pequeño tuvo una idea salvadora y pidió a sus hermanos que construyeran, cada uno, cien flechas tan altas como ellos.

Trabajaron sin descanso durante días y días y por fin las flechas quedaron listas. Entonces el chiquitín les indicó que las fueran lanzando al espacio, mientras él con sus poderes mágicos las detenía en el aire.

Así armaron una larga escalera por la que empezaron a subir.

Muy, muy alto en el cielo hay un lago que se llama Soledad y los siete hermanitos treparon tanto que llegaron a la orilla. allí pudieron contemplar de un lado a su padre, descansando entre rayos dorados y en el otro a su madre, envuelta en un gran manto de rayos de plata.

Entonces se les ocurrió que podrían acercarse más a sus padre si cruzaban el lago; contentos con la idea corrieron hasta la orilla, pero al meter los pies en el agua descubrieron que estaba llena de lagartos. Sin embargo no se desalentaron y poco rato después el mayor de todos ellos tomó una flecha y utilizándola como un remo se subió sobre el lomo de un lagarto. Al verlo, sus hermanos lo imitaron inmediatamente y parados en las improvisadas balsas empezaron a cruzar.

De pronto, en el centro del lago, el chiquitín fue atacado por un lagarto y arrastrado al agua. Todos pensaron que podía defenderse solo y no se preocuparon, pero no fue así.

El lago Soledad estaba en el cielo y los dones mágicos del pequeño eran solamente para la tierra.
Los minutos pasaban y no podía liberarse del animal, entonces sus hermanos asustados se tiraron al agua para ayudarlo.

El Espíritu Creador al observar aquella desesperada lucha intervino para salvarlos de la muerte. Convirtió a cada uno en una estrella y los dejó para siempre en el cielo.

El Sol y la luna suspiraron aliviados al ver a sus hijos fuera de peligro. En cuanto a los hermanos, lanzaron un grito de alegría al quedarse en el cielo con sus padres. 

Así es como los indios chamas, que vivían en las riberas del río Ucayali, se explicaban la formación de la constelación los siete cabritos.


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