miércoles, 10 de abril de 2013

LEYENDAS AMERICANAS

Quiero compartir con ustedes una serie de cuentos incluídos en un libro llamado Leyendas Americanas (editorial Sigmar)
Es un libro que tengo en casa desde hace muchos años. Un regalo hecho a mi hijo.
Es muy lindo, por eso iré escribiendo algunos de las tantas leyendas que contiene.y así conocer a través de los relatos a América
Espero les guste.

Hoy, EL ÑANDUTY (Paraguay)

En tiempos de la colonia, el pueblo de Itaguá era solo una pequeña iglesia con algunas casas a su alrededor.
Desde hacía poco, una de esas casonas estaba ocupada por un oficial del ejército español y su esposa Manuela. Vivía con ellos Ibotí, una joven india guaraní de mirada vivaz y sonrisa franca, que se ocupaba de las tareas de la casa.
A Manuela le costaba mucho acostumbrarse al nuevo país y de tarde en tarde, los recuerdos le llenaban el corazón. Entonces se sentaba en el patio bajo la sombra de un frondoso lapacho y le contaba a Ibotí como era su lejana y amada patria.
Pasó el tiempo y entre estas dos mujeres tan diferentes fue naciendo un profundo y sincero cariño.
Una vez el esposo de Manuela tuvo que emprender un largo viaje y quedaron solas en la casa, entonces el tiempo empezó a sobrarles. 
Cierto día, a Manuela se le ocurrió vaciar los baúles traídos de España y llamó a Ibotí para que la ayudara.
Entre las cosas que sacó al sol había una mantilla del mas puro encaje de Tenerife, el recuerdo más querido de Manuela. Aún escuchaba la voz de su madre, cuando aquella tarde, antes de partir para América, la puso en sus manos y le dijo:
-Cuídala con cariño y tendrás muchos días de dicha y felicidad, tantos como los que yo he tenido...
El tiempo había pasado desde aquel día y la mantilla estaba frágil y amarilla. Entonces Manuela pensó que un poco de agua y jabón le devolverían la blancura perdida, se la dio a Ibotí para que la lavara y le recomendó que no la fregara demasiado.
Sin embargo, a pesar del cuidado que puso la muchacha, cuando la sacó del agua descubrió azorada que la mantilla estaba totalmente deshilachada.
Mucho lloró Manuela de enterarse de lo ocurrido y un mal presentimiento empezó a darle vueltas a la cabeza.
Los días iban llegando y no llegaban noticias del oficial español.
Una tarde Manuela volvió a recordar las palabras de su madre y desesperada pensó que algo le había pasado a su querido esposo..
Desde entonces la tristeza ya no le abandonó, en silencio recorría la casa y apenas probaba bocado.
Ibotí trataba de animarla, pero todo era inútil. Una noche la muchacha tuvo un extraño sueño: los dibujos del encaje deshecho giraban y giraban ante sus ojos. Despertó sobresaltada y ya no pudo volver a dormir. Entonces pensó en hacer una mantilla igual y sin perder tiempo, se puso a trabajar.
Noche tras noche se sentaba en el improvisado telar, pero nada de lo que hacía la conformaba.
Ibotí estaba cada vez más inquieta porque Manuela ya ni se levantaba de la cama. Un atardecer se sentó bajo el lapacho realmente preocupada y ahí se quedó, silenciosa, hasta que la luna comenzó su acostumbrado paseo por el cielo.
De pronto a su luz descubrió una pequeña arañita tejiendo una tela; los dibujos que hacía eran casi iguales a los de la mantilla deshecha y la muchacha se quedó absorta mirando el ir y venir del animalito. Después de un largo rato fue a su habitación y se puso a tejer febrilmente.
Durante muchas noches Ibotí tejió sin descanso, hasta que una mañana el trabajo quedó terminado. Entonces con el corazón golpeando en su pecho y las manos cubiertas por el encaje, corrió a la habitación de Manuela.
-¡Qué hermosa mantilla!...¿De dónde la sacaste, Ibotí?- preguntó conmovida.
-La tejí con mis manos. Es "ñanduty", tela de araña-murmuró sonriendo la muchacha al notar que los ojos de Manuela recuperaban algo del brillo perdido.
Y ocurrió que esa misma tarde por fin llegaron noticias del oficial español y la tristeza de Manuela se alejó para siempre.
En cuanto a Ibotí, hizo muchas mantillas y también enseño a tejerlas a otras indias del pueblo.
Desde entonces Itaguá es el lugar donde se hacen los más variados y hermosos tejidos de ñanduty. 


Itauguá, ciudad del Departamento Central, Paraguay. Fue fundada en 1728 y es conocida por su exquisito y peculiar arte del ñandutí, así como por su música. El distrito está ubicado a 30 km de Asunción.
En el libro figura como Itaguá.
 

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