Un aspecto importante en el desarrollo social y afectivo del niño
es la disciplina;
entendida como la adquisición de habilidades tomando como modelo a
una persona.
Los niños pequeños admiran profundamente a sus padres, personas
que les
protegen y, por tanto, las más importantes en su vida; a los que
desean imitar.
Cuando imitan, influye más lo que hacen que lo que dicen,
convirtiéndose los padres
en modelos de conducta.
El autodominio no se alcanza hasta el momento en que las personas
pueden
tomar sus propias decisiones, pero es importante desde pequeños
educar para ello.
¿Cómo le enseña un padre a su hijo las reglas y qué deben de
hacer los padres cuando las reglas se rompen?
Aunque hayamos escrito entradas al respecto, nunca viene mal refrescar ciertos aspectos. Esta entrada está escrita por Inma y posteada tal cual la hizo.
Lo expresado completa el artículo.
Todos los niños necesitan reglas y expectativas para ayudarles a
aprender el
comportamiento apropiado.
• El mantenimiento de unas normas claras es estrictamente
necesario para conseguir
que el niño alcance una conducta plenamente adecuada.
• Las normas deben ser explícitas, conocidas por todos los
miembros de la familia y
muy concretas. Es importante que se vea la disciplina como
enseñanza y no como
castigo. El aprender a seguir las reglas mantiene al niño seguro y
le ayuda a
él/ella a aprender la diferencia entre lo que es correcto o incorrecto.
• Su cumplimiento debe ser muy estricto.
• Una vez que se establecen las reglas, los padres deben
explicarle a su hijo/a las
consecuencias de romper las reglas. Deben decidir cuáles van a ser
los premios y
las consecuencias. Siempre deben reconocer y ofrecer refuerzo
positivo y apoyo
cuando el niño sigue las reglas.
• Permita que su hijo experimente las consecuencias de su
comportamiento. La consistencia
y el ser predecible son las bases de la disciplina y el halago es
el mayor
refuerzo para el aprendizaje.
• Cuando sea posible, las consecuencias deben llevarse a cabo de
inmediato, deben
estar relacionadas con el romper la regla y deben ser de poca
duración para que
usted pueda moverse a enfatizar lo positivo de nuevo.
• Las consecuencias deben de ser justas y apropiadas a la
situación y la edad del
niño.
• Las normas deben ser estables y no arbitrarias. Muchas veces los
padres actúan en
relación a su estado de ánimo. Si están de buen humor, se muestran
más relajados
y permisivos. Si están de mal humor, nerviosos o cansados, se
muestran más severos.
• Las personas que las imponen deben ser coherentes entre sí.
Compatibles con las
que se imparten en la escuela.
• Hemos de ser consecuentes con las normas que predicamos. Hemos
de cumplir las
promesas que hagamos a nuestros hijos. No debemos imponer amenazas
que
luego no podremos cumplir.
• Obligar a cumplir la orden más o menos a la fuerza puede sólo
dar resultado en niños pequeños. Por ejemplo, llevarles a lavarse las
manos, quieran o no; claro que conviene lavárselas, pero al mismo tiempo elogiares, decirles: “Muy bien,
lo estás haciendo muy bien” (aunque sea a la fuerza). Confíen en que su hijo va a hacer lo correcto
dentro de los límites de su edad y nivel de desarrollo.
• Hable con su hijo como usted desearía que alguien le hablase a
usted si lo estuviese regañando. No recurra ponerle nombres, gritarle o
faltarle el respeto.
• Sea claro sobre lo que usted quiere decir. Sea firme y
específico.
• Permita la negociación y flexibilidad; ello puede ayudar a
establecer las destrezas sociales en su hijo.
Las RABIETAS
autocontrol. La presencia de
rabietas, crisis de llanto, es habitual en niños pequeños desde el año y medio
hasta los 3 a 4 años de vida. A partir de los 4 años un niño puede perder
ocasionalmente el control y tener una rabieta. Si todavía persisten en la edad
escolar es obligado llevar al niño a un especialista adecuado y deben valorarse
las presiones escolares, familiares y ambientales.
Es de capital importancia realizar un buen manejo de los primeros
episodios de berrinches para evitar crear un mal hábito y saber controlar los
próximos si se produjeran nuevamente.
Consejos para manejar las rabietas
Es muy importante que los padres mantengan una actitud coherente y
constante, debiendo estar entre sí de acuerdo en el manejo del niño con
rabietas.
La actitud que asuman los padres en esos momentos es fundamental,
ya que dependerá en gran parte como el niño se comporte en el futuro. No
responder con agresión ni perder los estribos, ya que esto genera más
inseguridad en el niño y por consiguiente persistencia del problema.
Además, los niños imitan estas actitudes de violencia (tirar
objetos, pegar a otros niños, etc.)
¿Qué se puede hacer?
1) No perder el control de la situación, mantener la calma; con
padres controlados y tranquilos, los niños seguirán el ejemplo. No permitir que
el niño se haga daño a si mismo o a los demás.
2) En el momento del episodio, es correcto mantener una actitud de
indiferencia, ya que el niño a pesar de los intentos de hablarle no escuchará
nada ya que su llanto no se lo permite.
3) Es necesario mostrar firmeza que contenga al niño; darle el
tiempo y espacio para que se recupere.
4) Si la situación se revierte es importante no concederle lo que
quería previamente.
5) Se le debe dar la oportunidad de elegir actividades u opciones
que sean aceptadas por los progenitores.
De este modo, el niño con deseos de autonomía pero que aún no sabe
de su manejo y control, no se sentirá impotente, atenuando así sus sentimientos
de frustración.
6) Se le puede alzar, darle seguridad y afecto una vez pasado el
episodio, pero no recompensarlo con “premios” (golosinas o juguetes) si se
porta bien.
Esto es para no confundir al niño creando un circulo vicioso de:
Berrinches=
Premio.
7) De continuar con esta actitud de rabieta y llanto
descontrolado, a pesar de lo
anteriormente expuesto, los padres podrán decidir dejarlo en su
habitación u otro lugar
adecuado y cercano de sus padres hasta que el niño revierta su
conducta (Penitencia).
INMA
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