martes, 19 de enero de 2016

Carta de una adolescente que sufre trastornos alimenticios

Mi querida y odiada amiga
Te escribo esta carta para decirte sólo una cosa: NO QUIERO VERTE NUNCA MÁS. 
Te quise y fuiste muy importante para mí, en su momento, pero ahora ya no te necesito. Puedo cuidarme sola y también con la ayuda de muchas otras personas que me aman de verdad.
Te veo en todos lados y en casi todas las personas. A veces dormida, a veces despierta… pero el deseo profundo de perfección y la insatisfacción ante lo obtenido, puedo observarlo muy a menudo.
Sé que no querés separarte de mí y que me necesitás para seguir cumpliendo tus objetivos y órdenes, pero yo ya no te necesito ni necesito que me ordenes. Mi vida es mía y la manejo yo.
Es verdad que nunca me animé a soltarte y que siempre estuve insegura de dejarte. Pero hoy, aún insegura como antes, quiero decirte adiós. Este último tiempo he estado aprendiendo a levantarme sola cada vez que me tirabas, y a no quedarme en el suelo pensando quién me podía ayudar.
Llegué a amarte y admirarte. También a odiarte y, sobre todo, a padecerte. Sin embargo hoy esos sentimientos van disminuyendo cada vez más. Estoy decidida a aceptar lo que soy y no lo que podría ser.
Así como confiaste en mí, en que cumpliría con todo lo que me dijeras, también confío en vos. En que vas a alejarte y no vas a volver, simplemente porque yo te lo estoy pidiendo desde lo más profundo del corazón. No te odio, pero nuestra relación va a mejorar a distancia.
Esto mismo que te pido yo, sé que lo desean otras personas. Tanto las que conviven conmigo, como las que te padecen. Sin embargo no se animan a pedírtelo, ¡porque es tan difícil hacerte frente! Hasta que un día descubrimos que se puede.
No voy a confiar ciegamente en que no regresarás, porque conozco tu juego, tu manera de hablar y persuadir cuando querés que te escuchen. Pero sí voy a confiar ciegamente en que puedo decirte que no, gracias a mi fuerte –aunque a veces débil- convicción de ganarte y a las personas que me guían hacia el lado de la vida.
Después de estar muerta a tu lado, al lado de alguien como vos: TAN VIVA, hoy prefiero estar viva lejos tuyo, lejos de alguien como vos: TAN MUERTA para mí en este último tiempo.
Te lloré más de mil veces. Y sólo sonreí unas pocas, a ver que cumplía tus expectativas. Y de ninguna de las dos formas fui feliz. Ni llorando por mostrarme que estaba más gorda que cualquiera, ni riendo por mostrarme algunos huesos asomados en la piel. Así es que descubrí que ser feliz es ser y no aparentar. Que ser feliz es mirar lo que hay dentro, y no lo que hay fuera. Que ser feliz es amarse y amar. Que ser feliz es tener la certeza que se puede renacer después de la muerte. Que ser feliz es soltar lo malo, amarrarse a lo bueno, y simplemente sonreír. 
Sé que aún no estás lejos de mí y que hasta planeas quedarte. Pero lo bueno de esto es que yo no planeo quedarme con vos. No planeo renunciar a mi vida NI UNA VEZ MÁS. No planeo renunciar a los buenos momentos. Ni tampoco planeo alejarme de personas que amo por acercarme a vos.
Dejame en paz a mí. Dejá en paz al resto de las personas que todavía no se animan a hacerte frente. Dejanos en paz a todos. Ya hiciste tu trabajo. Ya cumpliste tus objetivos más de una vez.
Es hora de ser feliz. Es hora de decirte no a vos, y gritar un fuerte SÍ a la vida. 
Te perdono, pero sobre todo, ME PERDONO. A veces no sabía cuánto daño me estaba haciendo y me convencía que tan mal no me estaba sintiendo. Pero me equivoqué. Por eso hoy me perdono.
Fue un placer conocerte. Sí, un placer. He aprendido más cosas de las que nunca imaginé. Gracias. Porque me tiraste y aprendí a levantarme. Porque me humillaste y aprendí a valorarme. Porque me odiaste y aprendí a amarme. Porque me traicionaste y aprendí a confiar en quien debía.
Ya no quiero seguir perdiendo tiempo. El tan valioso tiempo que me regaló la vida. Tampoco quiero seguir perdiendo a personas maravillosas que el universo puso en mi camino, porque por algo están allí. 
Te digo adiós una vez más, y te vuelvo a recordar que YA NO TE NECESITO.
¡Ah! Y por favor… no me llames más princesa. Porque prefiero ser la simple dueña de mi vida, a ser princesa de la soledad.
Sin más, te saludo. 
Belén.

Esta es la carta de Bellen. Durante muchos años sufriio de anorexia. 
"Con el trastorno alimentario no sólo perdía peso, sino que perdía todo, más que nada los afectos”. Por eso es que hoy cree que lo más importante es dar un mensaje esperanzador y advertir a los más chicos sobre el peligro de estas enfermedades.

FUENTE: LA VOZ DIGITAL

No hay comentarios:

Publicar un comentario