jueves, 12 de septiembre de 2013

El orden si importa



El mayor, formal y responsable; el pequeño, rebelde y creativo; los del medio, sociable. Una teoría psicológica atribuye al puesto entre hermanos una huella indeleble en la personalidad, pero ¿qué hay de cierto en ello?






A su edad (aún no había cumplido los cuatro), cuando se bajaba solo de la cama Gonzalo parecía un alpinista afrontando un descenso peligroso, pero se empeñaba en hacerlo cada vez que su hermana pequeña tenía miedo en la oscuridad de la noche. Nadie, por supuesto, se lo pedía, pero él sentía que debía calmarla. Hoy con 11, Gonzalo se preocupa en los recreos de ver qué tal está el benjamín de la familia, Beltrán (7). Beltrán por su parte es creativo y simpático hasta el extremo. Aunque no lo diga, sabe que no puede competir con sus hermanos en fuerza, ni en lo que ellos entienden por inteligencia, y busca la alternativa: la simpatía. Cayetana (9) la de en medio, a pesar de la timidez ha hecho de la adaptación su virtud, es capaz de entretenerse con un bebe y con un chico mayor, de hablar con un adulto o con un niño; todos los juegos y cualquier situación le parecen bien.



Todos estos rasgos, cuadran con los que los seguidores de la denominada teoría del orden de nacimiento atribuyen a los hermanos mayores, medianos y pequeños. Según esta tesis, algo tan arbitrario como el hecho de los eslabones intermedios condiciona, y mucho, la personalidad de cada uno. Esta teoría dice que los caracteres de las personas son diferentes  porque, según cuando hayan venido al mundo, utilizan distintas estrategias en su búsqueda del favor paterno. Pero ¿hasta que punto el modo de ser de cada uno viene marcado por ese detalle?



Entonces…¿Por qué somos como somos? “los padres no tratan igual al primer hijo que a los otros, aunque lo intenten. Es probable que la cantidad de atención que le dediquen sea mayor, que hablen más…Y él, además vive en un mundo ordenado, explicado, en el que trata de satisfacer las expectativas de los adultos”, señala María José Díaz-Aguado, catedrática de psicología de la Universidad Complutense de Madrid. A eso se suma el hecho de que este ejerce después de mentor del resto de prole, lo que hace que se identifique más con la autoridad, con el statu quo, mientras que los que vienen después tienen a rebelarse.



Los primeros ganan, además, en inteligencia. Según un estudio de la Universidad de Oslo, que analizó el cociente intelectual de cerca de 250.000 varones jóvenes, se sitúan 2,3 puntos por encima de los segundo y a 3,4 de los terceros. Los segundos solo remontan la diferencia cuando el mayor ha fallecido, es decir, al desempeñar el rol del primogénito. Es más, una investigación realizada por la consultora Vistage destacaba que el 43% de los presidentes de grandes empresas son hermanos mayores, 33% medianos y el 23% pequeños; y esa supremacía se extiende también a los presidentes estadounidenses, a los premios Nobel y a los astronautas. Hay análisis incluso, que apuntan a que ganan más. Este estudio indica que ellos copan las organizaciones gubernamentales, las ingenierías y las tecnologías de la información; los de en medio, derecho y educación; y los últimos de la camada, arte, diseño y periodismo.



El humor es uno de los recursos que según esta teoría, suelen utilizar los que nacen en último lugar, que además son más provocadores, abiertos a nuevas ideas y experiencias y, puntúan más en cordialidad y amabilidad. Todo esto les hace proclives a escoger profesiones poco convencionales o caminos nuevos. Son los rebeldes de nacimiento, los que con su impulso innovador hacen avanzar al mundo: Mozart, Copérnico…



¿Y los del medio? Un puzzlee, “Eso de no tener muy definido mi sitio en la familia, de ser la hermana-bisagra, de que si empezaban por arriba no era la primera, y por abajo, tampoco, puede que me haya llevado a querer llamar la atención…Hubo una época en que buscaba la aprobación de todo lo que hacía. Pero con el tiempo  he aprendió a verle cierta ventaja, porque tengo la sensación de no estar tanto en el punto de mira”, relata Belen, de 39 años, la mediana de tres hermanas.

Para los expertos, sin embargo, el beneficio es otro: “Nacen en un mundo en el que ya hay otros niños y tienen más oportunidades para compararse y resolver conflictos. Viven la experiencia de la socialización en su microcosmos desde el principio”. Por eso parecen más sociales, negociadores y apaciguadores.



Más allá de coincidencias ¿hasta que punto es válida esta teoría?. El orden de nacimiento puede influir en determinadas características psicológicas pero no las determina: se trata de una tendencia que en muchísimos casos no se cumple. Los expertos señalan que existen otras variables, como el nivel cultural de los padres, la edad, la distancia entre los hermanos, el sexo…

Sería poco científico decir que alguien, por se primogénito, va a tener cierto perfil. No es verdad. Puede influir, pero siempre teniendo en cuenta otros factores. No es lo mismo un varón con dos hermanas pequeñas gemelas que el cuarto de seis chicos.

En lo que sí parece haber acuerdo es en el reparto de papeles entre los hermanos. Como si la familia fuera una compañía de teatro en plena representación. Aquel personaje que ha sido ocupado por otro, es excluido por los siguientes. Si el primero es estudioso, los demás desecharán esa cualidad, el segundo pasará a se el simpático o el deportista. Hoy sin embargo, la mayor crítica que amenaza a esta teoría de orden de nacimiento no procede del mundo científico, sino de la realidad. En una sociedad en la que un 57% de las familias no tienen hijos y un 23% lo tiene único, chicos con más de un hermano y aún más con ocho como en algunas familias, constituyen una rara clase de privilegiados.

INMA

1 comentario:

  1. Es cierto que si bien uno intenta criar a sus hijos de la misma manera, no siempre ocurre.
    Es cierto que la atención que se le presta al primer hijo no suele ser igual que al último.
    Y cada uno de los hijos son diferentes. El último, el más mimado y al que más se le permite.
    El del medio suele ser el más independiente
    Como madre de tres hijos, puedo dar crédito que es así.
    Por eso la imporancia de dar a cada uno lo que requiere, necesita y evitar las comparaciones entre ellos.

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