Recuerdo que los sufrí como madre con mi primer hijo. Prepararba todo casero. Hacía un caldo de verduras con pollo o carne. Lo sentaba a mi hijo a comer y ahí empezaba mi sifrimiento al ver que cerraba la boca, lloraba, pataleba y los nervios comenzaban a surgir.
Consultaba con el pediatra porque tenía la presión de las abuelas que decían que el niño necesitaba vitaminas, complementos. Y el pediatra me recomendaba que me relajara, que si no quería comer, no lo obligue porque era peor. Que mi hijo no necesitaba de complementos ya que se encontraba en buen peso.
Y así, poco a poco, las cosas fueron cambiando y la guerra para alimentarlo, terminó.
Obviamente que SIEMPRE hay que consultar con el PEDIATRA. Es quien controla el peso de nuestros hijos y a raíz de ello, nos dará las pautas a seguir.
Recordar que en niños de esta edad, el crecimiento es más lento y la demanda de alimentación es menor.
No obstante, hay que crear hábitos de alimentación para un mejor desarrollo físico y cognitivo. La Europena Food Information Council (EUFIC) nos informa lo siguiente:
2. Permíteles participar: Déjales cubiertos adecuados a su edad y cuando sean más mayores, invítalos a participar en la preparación de las comidas, la elaboración de menús y en las compras de alimentos.
3. Para introducir nuevos sabores y texturas intenta crear un ambiente positivo: Realiza platos atractivos y divertidos, con colores e incluso formas: algo de alegría viene bien para motivar el apetito.
4. Menús variados para estimular su paladar: Cuantos más alimentos conozca en la primera etapa de su vida, menos le costará adaptarse.
5. Déjalos comer hasta que deseen (siempre con moderación): Si tiene apetito comerán más y cuando ya no lo tenga, dejará de hacerlo.
FUENTE: Salud180
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