Aquella tarde al llegar a casa, en una ciudad de
Indonesia donde vivían Doroteo y Pedro, que eran dos hermanos parecidos, se
fueron de paseo y se encontraron con una carta dorada y empezaron a leerla con
mucho entusiasmo. La carta decía que el que encontrara el tesoro e hiciera todo
lo que podía, viviría muchas aventuras. Los dos hermanos decidieron hacer todo
lo que en ella pusiera, además como ya eran mayores de edad, pues Pedro tenía
dieciocho años y Doroteo diecinueve, no tendrían que pedir permiso a sus padres
para que le dejaran irse de aventuras por todo el mundo.
Estaba todo decidido iban a ser detectives por
sesenta y dos días. Corriendo fueron a la tienda de Ruperto que era un señor
que vendía de todo. Doroteo y Pedro pidieron una avioneta verde y pagaron por
ella doce mil euros. En la avioneta guardaron todo lo que creyeron que les
haría falta en un viaje de aventuras.
Salieron a las diez de la mañana siguiente, pero por
mala suerte en el trayecto se les rompió el mapa y tuvieron que aterrizar en
Madagascar. Allí conocieron a un señor que se llama Marcelino y a su Doberman
llamado Dado de color anaranjado. Marcelino les dijo que si querían ha Dado se
lo regalaban. Doroteo y Pedro pensaron que era buena idea y así Dado los podría
proteger en caso de emergencia. Dado corrió hacia el bosque y empezó a gruñir,
había olido a un oso pardo.
El oso pardo corrió hacia Doroteo y le mordió. Pero cuando
volvieron, Marcelino lo encontraron envenenado en el suelo. Entraron en la casa
y encontraron un diario plateado donde decía que los herederos eran Doroteo y
Pedro. La herencia era un avión muy grande y por suerte su avioneta estaba
rota.
Decidieron seguir su viaje en su nuevo avión, cuando
llegaron a Inglaterra descansaron en un hotel y estuvieron unos días ahí,
también conocieron a unos detectives que se llaman Eduardo y Águeda porque estaban buscando a un malo llamado
Dámaso que robaba. Dado olfateaba otra
vez y encontró una cascada, lo siguieron, encontraron la cascada y oyeron voces.
Corrieron hacia las voces y vieron a Dámaso y a un diablo que se llamaba Nadal.
El diablo desapareció. Águeda desarmo a Dámaso y Eduardo saco sus esposas para
arrestar a Dámaso y lo llevaron a la cárcel.
M.
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