miércoles, 3 de abril de 2013

HOY, UN CUENTO MUY LINDO

 Les dejo un cuento de María Luisa de Luján Campos titulado Carozo Hermoso.
Es uno de mis favoritos a la hora de contar un cuento a niñis de entre 3 a 7 años.
Es divertido, con mucha rima y que tiene mucho juego a la hora de añadirle nuestras herramientas para captar la atención.
Esperoo lo pongan en práctica

 CAROZO HERMOSO

Un día de mucha lluvia y de truenos y de relámpagos, llegó a mi casa una visita, un oso, que a la legua se mostraba como un oso muy mañoso.
Sacudió una oreja sobre mi mejilla y dijo:
-Mirame, me llamo Carozo y soy un oso muy hermoso.-No, le contesté-No sos un carozo, y en lugar de ser un oso hermoso, sos un oso feo y horroroso.
Entonces si que se armó un problema tan gordo, pero tan gordo, como la panza del mismo oso Carozo.
Porque el osito empezó a llorar con gritos desaforados. Y tanta, tanta agua cayó de sus ojos que nos inundó toda la casa.
Mamá tuvo que ponerse las botas de lluvia para no mojarse los pies, el gato se subió arriba del ropero, y hasta una laucha que nosotros ni siquiera conocíamos, salió navegando en una de las pantuflas de mi abuelito.
Mi papá fue descuidado; dejó los pies metidos adentro de tanta agua y al ratito nomás ya estaba resfriado.
-Calma a ese oso tan espantoso-dijo mi mamá.
Mientras tanto mi hermano y yo tuvimos que consolar a la abuela que estaba un poco sorda y por nada del mundo lograba entender lo que pasaba.
Entonces, yo dije:
-Me equivoqué, oso Carozo. Mirándote bien, tenés lindos ojos, lindo pelo y hasta tus orejas parecen de terciopelo
Tartamudo como un chico cuando tiene hipo, el oso me preguntó:
-¿Cómo puedo creerte lo que me decís?
-Asi- le dije yo.
Y alzándolo por las dos orejas lo puse en una maceta de mi balcón para que me lo adornara.
El oso Carozo comprendió entonces que yo lo consideraba tan lindo como una flor y se quedó muy tranquilo.
En seguida dejó de llorar y muy contento adornó mi balcón.
A veces, protestaba un poco, pero un poquito nada más. Esto sucedía cuando yo llegaba con la regadera y lo bañaba como a una flor para que creciera más bonito y colorido.
Pero desde esta mañana el oso Carozo se siente tan felíz que se ríe a carcajadas. Le he prometido que cuando llegue la noche, despacito, sin que nadie se de cuenta, lo sacaré de la maceta y lo acomodaré calentito sobre la alfombra, al lado de mi cama.
Porque he descubierto que Carozo, además de ser un oso hermoso, es un oso muy mimoso.
-¡Qué suerte tengo en ser oso y en llamarme Carozo Hermoso!-
Y como Carozo ha dejado de llorar, mi casa está ordenada igual que una gatita con moño y bien peinada.
Todo el mundo se siente felíz. Hasta el gato se ha hecho amigo de Carozo, y a veces, durante la siesta, deja que el oso toque la guitarra en sus bigotes.


                                                          

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