jueves, 9 de mayo de 2013

La adolescencia





                                                                                                                                                                           


Si comparamos las conductas de niños y jóvenes nos damos cuenta rápidamente de que durante un periodo que podemos situar entre los 12 y 20 años (aunque la OMS considera la adolescencia entre los 10 y 24 años de edad) se producen cambios profundos en los adolescentes que se manifiestan en todo lo que hacen. Los niños y niñas dejan de serlo para convertirse en adolescentes. Esos cambios son tanto físicos como psicológicos y sociales. Por decirlo brevemente y de una forma muy esquemática, desde el punto de vista físico se observa una aceleración del crecimiento, pero también cambios en la forma del cuerpo; desde el punto de vista psicológico, una manera diferente de abordar los problemas y de entender la realidad y la vida, que va unida a capacidades intelectuales muy superiores y a un gusto por lo abstracto y por el pensamiento; y desde le punto de vista social, el establecimiento de unas relaciones distintas con el grupo de coetáneos y con los adultos, y la búsqueda de un lugar propio en la sociedad.



Lo que parece fuera de duda es que la adolescencia es un fenómeno determinado en buena medida por la sociedad en la que se produce, y que por ello puede adoptar diferentes formas, según la interacción que se produzca entre los cambios físicos y psicológicos, por un lado, y las resistencias sociales, por el otro.



Los jóvenes tienen que hacerse un hueco en la sociedad adulta, para lo que encuentran resistencias de los adultos, que pueden sentirse amenazados  por ellos. En su búsqueda de independencia se cambian los lazos con la familia y muchas veces se produce un rechazo hacia los padres, pero lo jóvenes siguen siendo muy dependientes, no solo material, sino también afectivamente.

Pero esa modificación en los lazos familiares se ve facilitada por el establecimiento de nuevas relaciones afectivas con los amigos y la amistad adquiere una importancia que no tenía antes. También se produce el descubrimiento del amor y, eventualmente, de las relaciones sexuales. El carácter más determinante de la adolescencia y al que pueden reducirse todos los demás es la entrada y la inserción en la mundo de los adultos.

El adolescente encuentra una oposición de los adultos que le consideran todavía como inmaduro y falto de experiencia, esta ambivalencia respecto al mundo de los adultos, al que se quiere pertenecer y que se niega al mismo tiempo, es un rasgo muy importante y a tener en cuenta por los padres. Un aspecto sobre el que conviene llamar la atención es la importancia de lo social en la adolescencia. Por eso es tan importante la comunicación con los padres. A través de la comunicación, los padres y adolescentes pueden conocerse mejor y ayudar al adolescente en una correcta integración en un mundo social y adulto nuevo para ellos.

Hay que acercarse a ellos y acompañarlos; saber qué sienten y cómo están, orientarlos y continuar con su educación. Qué y cómo hacerlo es una cuestión delicada. Es preciso tomar distancia, mantener el lugar de adultos. No creerles lo que aparentan y saber que necesitan pelearse para crecer. Todo esto hay que permitirlo en un marco de respeto.

Fomentar la comunicación en esta etapa, no es sentarlos a hablar o interrogarlos, tampoco se trata de revisarles sus pertenencias en un intento desesperado de saber en qué andan.

Es necesario generar espacios en común, en donde el diálogo aparezca espontáneamente. Espacios simples, como "hacer nada juntos", hasta actividades más programadas como un viaje un fin de semana. Lo importante es que la charla surja en un ambiente distendido y aparezcan las ganas de compartir desde el interés amoroso.

La relación entre padres e hijos adolescentes es un equilibrio entre límites, contención y la promoción de un lugar para el despliegue de la singularidad de cada uno.

Uno de las tareas más importantes (y complicadas) de los padres de adolescentes es mantener siempre abiertas las vías de comunicación. 

                                                                                                     INMA

1 comentario:

  1. Adolescencia. Buscar estrategias para llegar mejor a nuestros hijos, recordando que son diferentes entre si. Evitar comparaciones y hablar siempre en positivo.
    Difícl en la práctica, pero seguir intentando

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