Acaba
de cumplir doce años y ha cambiado las muñecas por los pósters de sus
cantantes, los perfumes, la cosmética y las redes sociales. La preadolescencia
marca el inicio de un emocionante encuentro consigo misma. ¿Cómo ayudarla?
Por muy buena que sea la relación con tu hija, por excelente que
haya sido el trato en estos años de infancia, es más que probable que a partir
de ahora las cosas cambien. La necesidad que tienen las preadolescentes de
marcar territorio, de demostrar que pueden ganar terreno y hacer crecer su
autonomía, suelen provocar más de un encontronazo. Donde antes habían mimos y
carantoñas, es más que probable que aparezcan malas caras, portazos y...
necesidad oculta de mimos. Porque la preadolescencia es la etapa que realmente
deja atrás la niñez y les permitirá entrar en una adolescencia sin retorno.
Discutir forma parte de su proceso de aprendizaje, de su crecimiento personal Y
si bien es bueno que tenga sus propias opiniones, alentarla en sus propios
razonamientos, no son en absoluto convenientes las peleas ni los chantajes
emocionales que tan bien suelen hacer.
Una relación de confianza
Ahora más que nunca, tu hija
necesita unas normas que le aporten seguridad emocional y estabilidad personal.
En este proceso de separación emocional de ti como figura materna, no puedes
quedarte atrás, porque aunque ella no quiera reconocerlo abiertamente, te
necesita tanto más que antes. Lo que sucede es que la relación cambia. Ya no es
una niña a la que puedas o debas decir en todo momento qué debe hacer y cómo,
sino una jovencita que quiere empezar a tomar sus propias decisiones. Respetar
esta incipiente independencia es fundamental para establecer una relación de
confianza con ella. ¡Y no caigas en la trampa de querer ser su amiga! Porque lo
que necesita de ti es que hagas de madre. Saber que estás ahí, para lo que
necesite, lista para consolarla o para animarla, es lo que le dará alas en su
proceso de crecimiento personal.
Relación de confianza no significa ser su confidente para todo, aunque en la preadolescencia las niñas suelen contar más con el apoyo de sus madres que años más tarde, en plena ebullición adolescente. Una buena idea es dejarle algunos espacios con amigas o compañeras, como ir al cine solas o dejar que preparen un pijama party en casa. Jugar a hacerse mayores las ayuda a crecer.
Relación de confianza no significa ser su confidente para todo, aunque en la preadolescencia las niñas suelen contar más con el apoyo de sus madres que años más tarde, en plena ebullición adolescente. Una buena idea es dejarle algunos espacios con amigas o compañeras, como ir al cine solas o dejar que preparen un pijama party en casa. Jugar a hacerse mayores las ayuda a crecer.
En este proceso de
individualización, la preadolescente necesita reafirmar su identidad a cada
paso. Lentamente irá prescindiendo cada vez más de la esfera familiar, se
encerrará en su cuarto a hablar con las amigas o a chatear con las compañeras,
sustituyendo así la red familiar que hasta ahora la sostenía frente al mundo
por su propia pandilla. Las amigas juegan en esta etapa un papel fundamental y
es importante para las preadolescentes sentirse integradas en un grupo. Justo
en el momento en que abandonan la relación íntima contigo.
sus amigas, lo más importante
A esta edad, el
grupo de amigas es fundamental. Con ellas comparte gustos, aficiones y
experiencias, por primera vez fuera del nido familiar. Empieza a ser ella
misma, a construirse la identidad que quiere tener frente al grupo. Y busca la
seguridad que hasta ahora tenía con nosotras en casa en compañía de sus amigas.
La pertenencia a un
grupo se caracteriza también en el vestir. Y es más que probable que tu hija
preadolescente de repente muestre unos gustos particulares para la ropa o el
peinado. O que de la noche a la mañana cambie los posters de Barbie por los de
su cantante favorito, que sepa todos los detalles de su vida y quiera escuchar
su música a todas horas. Forma parte del proceso de construcción de su
identidad, una especie de juego de rol en el que tu hija irá probando
diferentes personalidades con distintos grupos hasta dar con el que se sienta
identificada, momento en el que ya habrá madurado. Pero aún queda mucho para
eso y en la preadolescencia, la identificación física, la imagen compartida, es
garantía de pertenencia a un grupo, lo que les aporta seguridad emocional y
fuerza para enfrentarse al mundo exterior.
Por el mismo motivo
suelen ir juntas a todas partes, incluso en entornos aparentemente seguros y
conocidos. Respeta esa necesidad de compartir el espacio con sus amigas, porque
es totalmente necesario para que aprenda a relacionarse en un mundo de adultos.
Es el aprendizaje perfecto para conocer cómo son las personas, cómo actúan y
cómo también a veces decepcionan. NO intentes prevenirla sobre sus amigas y
acepta, como ella también deberá hacerlo, que la deslealtad o la traición (los
dos peores desastres en la preadolescencia) pueden surgir en cualquier momento
Simplemente estate cerca para apoyarla y reconfortarla, sin juzgar y respetando
siempre sus decisiones, en la medida en que eso sea posible.
Tener su propio criterio les da seguridad, y tu trabajo es fomentar que cultive esos criterios propios aun con el riesgo de equivocarse.
Tener su propio criterio les da seguridad, y tu trabajo es fomentar que cultive esos criterios propios aun con el riesgo de equivocarse.
Aprendiendo a ser mayor.
Los tiempos han
cambiado y si tú te pasabas horas hablando de nada con tus amigas por teléfono,
con la amenaza paterna constante de poner un candado en el auricular, hoy son
las redes sociales las que le permiten comunicarse con sus amigas a todas
horas. Aunque existen redes específicamente diseñadas para los más jóvenes,
como Tuenti, harán lo que haga su grupo de amigas. Y si están en facebook o en
twitter, allí querrán estar, porque no hacerlo sería como autoexcluirse del
grupo. Cuando una preadolescente reclama algo diciendo aquello de “todo el
mundo lo tiene”, en el fondo está gritando que no quiere ser diferente, que
quiere ser igual al resto del grupo, que necesita sentirte parte de él.
Utilizar con mesura el ordenador y facilitarse un acceso controlado al móvil
puede ser la mejor opción para salir airosa del trance.
El físico también es
muy importante y muchas preadolescentes quieren empezar a maquillarse. Es
evidente que ni su piel ni sus rasgos están preparados para acoger un
maquillaje adulto, así que lo mejor es cubrir esa necesidad de hacerse mayor
con la cosmética más juvenil. Un gloss brillante, un colorete rosado y una laca
de uñas en tonos intensos puede salvarte la papeleta. En cualquier caso, será
un buen momento para enseñarle a adoptar hábitos de belleza que sí necesita,
como limpiar la piel del rostro cada noche antes de acostarse. En cuanto al
peinado, probará mil y una ideas hasta verse como quiere... ¡que será distinto
cada cinco minutos! No intentes luchar contra eso, al contrario; ayúdala en la
búsqueda de su identidad. ¿O no recuerdas cuando también te pasaba a ti?
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